Villalbantaño: El Pontón

Las Calles de Villalba están llenas de historia, y de historias que se albergan en cada esquina, en cada edificio, y que forman parte de nuestra cultura. Historias que, por suerte, son rescatadas por voces incombustibles como la de Enrique García de Herreros que una vez más llena nuestras páginas de conocimiento gracias a su especial Villalbantaño que, en esta ocasión, nos acerca a un edificio mítico del barrio de la Estación, poco agraciado pero muy beneficioso para el desarrollo del pueblo, ayer y hoy… El Pontón.  

Hoy comenzaré con una definición que les revelará quién es nuestro protagonista. En el Diccionario de la Real Academia encontramos que la 1ª acepción de la palabra “Pontón” es: puente formado por maderos o por una sola tabla. Y este debe ser el origen primero del nombre de los “Bloques del Pontón”, si bien el inmediato se debe a que se alzan en el punto más alto del llamado sitio del Pontón, o Prados del Pontón. Históricamente, antes de la construcción de el puente del Ferrocarril a Madrid (1.861), del puente del camino de la Estación (1.873) y el del Tren Cantero del Berrocal (1.883), tuvimos allí un puente de madera, frágil y limitado, pero la única manera de pasar el Guadarrama sin llegar al puente del Herreño.

Y al parecer se trataba de un puente (pontón) bastante conocido y útil, como lo demuestra el desaparecido camino del Pontón que nos venía desde Galapagar y, atravesando las vías por el paso a nivel, se llegaba hasta el río Guadarrama, lindando con las fincas de Dª Leonor Miranda, de Don José Fernández, del Sr. Mayordomo de la cofradía de la parroquia de la SSª Trinidad de dicho Barrio, de D. Isidro Serrano, de D. Segundo García, de los Sres. hijos de María Sánchez de Matías, de D. Anastasio Martínez y de Dª María Ramírez. Tal y como nos lo cuenta nuestro secretario municipal, D. Anacleto López, en el acta del pleno celebrado el diez y nueve de mayo de mil novecientos doce en la antecesora de nuestra Casa Consistorial.

El Sitio del Pontón

Se trataba de un prado bastante extenso, que llegaba desde lo que hoy es la calle Real hasta el río, siguiendo su margen hasta nuestro flamante edificio de la policía, y marcando el extremo opuesto al río la calle Atanasio Nieto y una línea que la continuara hasta el Guadarrama.

Y me permitirán que me detenga a explicarles el origen del nombre de esta calle. Ocurrió que, en el pleno del 10 de enero de 1.925, se dio cuenta de un escrito de D. Atanasio Nieto, vecino de Madrid y propietario en este término, manifestando que habiéndose urbanizado parte de la finca denominada Prados de la Fonda al Sitio el Pontón que limita con la vía férrea del Berrocal en el frente de la Carretera de la Estación, ha establecido una calle central denominada Calle de Atanasio Nieto para el servicio de aquellas edificaciones, y que ha concebido la idea de ceder como vía pública al Ayuntamiento , terminando por suplicar que el Ayuntamiento acepte dicha cesión, y la Corporación quedó enterada y por unanimidad acordó aceptar la cesión que hace D. Atanasio Nieto. Así que ya conocen el motivo de dicho nombre (hoy Calle Aragón) cuando se acerquen al estanco.

Y todavía antes de ver nacer a nuestro protagonista en su límite, la citada parcela tendrá varios usos en favor del barrio. En 1.912 “se acordó informe de la Comisión de Policía y Aseo sobre si el sitio designado para vertedero del Barrio de la Estación, al sitio del Pontón, si reúne condiciones para el fin”. Y en sesión posterior, “la Comisión de Policía y Aseo informó que el sitio designado para vertedero del Barrio de la Estación, al sitio del Pontón, en la Sesión anterior, reúne condiciones para el fin; la Corporación quedó enterada y por unanimidad acordó en la forma propuesta por la Comisión”.

Y aún, dos años después le conoceremos otro uso que sí ha quedado en la memoria. El 20 de septiembre de 1.914, la Corporación acordó comisionar a los tenientes de alcalde Sres. Revenga y Torre para la formación de un proyecto de bases para la ocupación por los vecinos de una extensión de terreno para cochiqueras, designando al objeto, los sitios conocidos por Arroyo de Cantogordo junto a la herrén denominada de la Sebastiana, y en el terreno denominado El Pontón, junto al río y depósito de aguas de la Compañía del Ferrocarril del Norte.

Y aún le sacaron más partido nuestros munícipes al citado prado del Pontón. Actuando como se había venido haciendo desde antiguo en el pueblo, al comenzar la tercera década del siglo XX nuestra corporación comenzó a ceder gratuitamente pequeñas parcelas de terrenos propios a vecinos sin recursos. Se concedía la propiedad de parcelas de quince metros de largo por quince de fondo en el sitio conocido por Pontón, y con las siguientes condiciones: que ha de construir dicha vivienda en un plazo de dos años; que si dejara transcurrir dicho plazo, se entienda nula la concesión volviendo expresado terreno a la libre disposición de este Ayuntamiento; que el edificio ha de ser ocupado por el peticionario ó sus herederos, sin que le sea permitido arrendarlo bajo ningún concepto, pues estas concesiones no se hacen para su explotación y sólo para vivienda del solicitante y en su caso sus herederos. Y bajo dichas exigencias, existe constancia de varias cesiones durante dicha década, algo que como ya he dicho en el pueblo se venía haciendo de antiguo.

 Bloques de El Pontón - Collado Villalba

Los bloques del Pontón

Pero tendrán que pasar más de tres décadas, y solucionarse varios contratiempos ante del feliz nacimiento (tras larga gestación) de los bloques del Pontón. Lo primero que fue necesario conocer era si las tres parcelas conocidas como Pontones figuraban registradas a nombre de nuestro ayuntamiento, lo que se consiguió certificar a finales de 1.950, tras algunos tira y afloja con la RENFE (propietaria por entonces del Tren cantero del Berrocal, que por entonces languidecía) sobre estos terrenos y los de la plaza de la Estación. Posteriormente se logrará que el citado tren sea liquidado.

Y Así, a comienzos del segundo lustro de los cincuenta veremos desaparecer las traviesas y rieles que separaban la parcela citada de nuestra calle Real. Y aproximadamente en las mismas fechas, comenzará la larga gestación de los bloques del Pontón. Un parto tan lento que llegará a durar el triple de lo que dura el más largo que existe sobre la tierra: el de un tiburón anguila.

Así, si bien las primeras noticias son de aquella corporación de nuestro historiador de referencia, D. Luis Antonio Vacas, será en tiempos del alcalde Martín Torrejón cuando se comiencen las obras y, posteriormente, se haga el sorteo/reparto de las viviendas (todas en propiedad, todas pagadas a lo largo de los años con una letras reducidas). Sin embargo la mayoría de su construcción y su inauguración y entrega se corresponde con el largo mandato de quien será nuestro último alcalde franquista y primer candidato popular, el malagueño, D. José San Martín. Por cierto, cualquiera que los haya conocido verá que el proyecto inicial ha sido superado en superficie construida, con el cierre del 80% de la planta más baja, que sobre el papel era abierto. También es necesario indicar a todos los villalbinos que los tres patios inferiores son todavía hoy en el Registro de la Propiedad calles privadas de los propietarios de los bloques.

Y así, durante cerca de una década los veremos alzarse, acelerados en algunos momentos, a paso de tortuga en otros, los andamios y cerramientos de los cuatro bloques y los soportales que los unen; poco a poco, quizás para darnos tiempo a que nos fuéramos encariñándonos con su evidente fealdad (cosa que se consiguió en muchos casos). Así fueron solándose los cerca de ocho mil quinientos metros de superficie habitable que contienen.

El Pontón - Collado Villalba

Vimos surgir al unísono los cuatro bloques gemelos que se alzan entre el rio Guadarrama y la citada calle de Atanasio Nieto. Fue la mayor promoción de vivienda protegida que se hizo en nuestro pueblo. Los bloques del Pontón, cuatro edificios de cuatro alturas desde la calle Real, cinco desde la calle de Julio González Valerio, contienen 92 viviendas y diez locales comerciales bajo los soportales. Viviendas pequeñas, compuestas inicialmente por un saloncito, tres dormitorios, un baño, y una cocina con lavadero. Viviendas de menos de 60 m2, con la calidad y comodidades de aquellos tiempos para una vivienda obrera: sin calefacción ni ascensor, y con un aislamiento lamentable.

Y así llegamos a uno de los primeros usos que se dio a uno de los bloques, por evidentes razones de fuerza mayor. En estas fechas la obra de la autopista llegaba a nuestro término. Una de sus víctimas, entre otras que recordarán, fue el viejo hotel que fungía como cuartel de la Guardia Civil en nuestro pueblo (que estaba tras el Zoco, aproximadamente bajo el puente de la pista). Por ello se decidió hospedar a todas las familias de nuestros guardias civiles en el primer bloque, el que se sitúa en la esquina de la calle Real con la de Aragón. Y allí residieron durante algo más de dos años, hasta la inauguración de los bloques más antiguos del actual Cuartel, sito junto al Instituto Jaime Ferrán, que ya llevaba un par de cursos funcionando. No obstante, durante dicho periodo se mantuvo un puesto junto a la carretera de la Coruña, en el bloque de Jabonería más cercano al puente citado, donde aún puede verse sobre una de las ventanas bajas el clásico rombo del verde corporativo de la benemérita.

Pero desde sus comienzos, y por unos lustros, los bajos de los bloques del Pontón también albergaron otro servicio público esencial, a nuestro mercado municipal. Fue el primer centro de abastos público con que contamos, y donde hasta hace poco más de treinta años, muchos bajábamos a por diversos comestibles, siempre que nuestra familia no dependiera de MADE, en cuyo caso nuestras compras se encaminarían a su potente economato.

Otro importante cometido que cumplieron nuestros bloques fue como locales de multitud de aulas de enseñanza básica, en aquellos momentos en los que nuestro pueblo tenía una apremiante necesidad de nuevos colegios públicos, y ello motivó el cerramiento de los bajos de los patios. También, allí en sus patios, en los inicios dormitaba la ambulancia de la Cruz Roja, para despertar los fines de semana y situarse en Jabonería, ya en su punto inicial, ya posteriormente en el viejo puesto, hoy sede de la Casa de Extremadura.

En todo caso, entonces como ahora, el mayor propietario de los bloques del Pontón es nuestro Ayuntamiento. Pues además de reservarse el 80 % de los espacios cerrados en los bajos de los patios, también se reservó casi la mitad de la superficie de los locales comerciales de los soportales, e incluso conserva la propiedad de algunos pisos, para situaciones de necesidad urgente… Aunque me pregunto si mantiene un inventario fehaciente de sus propiedades. Allí, en los soportales, estuvo el puesto de nuestra policía municipal desde los ochenta hasta hace muy poco. Allí estuvieron las oficinas del recaudador, cuando este servicio estuvo privatizado. Allí está hoy la oficina del Servicio de Atención al Ciudadano. Y allí sigue la sala municipal de exposiciones del Pontón.

Bajos del Pontón - Collado Villalba

En los bajos de los patios hemos tenido y tenemos locales para todo tipo de usos. Históricamente allí estaba la pía cofradía parroquial para decesos, si bien tuvo que cambiar de patio porque se le hundió el techo de su primera oficina. Allí se refugió al personal de nuestros Servicios Sociales durante bastantes meses hasta la inauguración del polifuncional. Allí tienen su sede nuestros voluntarios de protección civil. También al lateral de dichos locales que da al río Guadarrama se trasladaron los escasos puestos del mercado municipal, que existían aún, cuando se decidió cerrar dicho centro de abasto.

Y de unos años acá, el Ayuntamiento ha ido cediendo pequeños locales de los patios a multitud de instituciones benéficas, como la Asociación de Esclerosis Múltiple de Collado Villalba, la Casa de Andalucía; deportivas, ya sean oficiales como la sede de la Federación de Fútbol Sala, o clubs locales, como el celebrado Club Ajedrez 64 Villalba; etc…

Igualmente, como puede que recuerden, hace una década se promovió una operación inmobiliaria consistente en derribar los bloques, y edificar de nuevo sobre el terreno, aprovechando el déficit de edificabilidad según aquel plan urbanístico. Al mismo tiempo se pretendía hacer un túnel que uniera la calle de González Valerio con la Plaza del Príncipe de España. Supongo que urbanísticamente el tema estaba muy estudiado, pero no salió adelante por la oposición de gran parte de los propietarios… Lo que sin duda hoy nos alegra bastante.

Sobre los bloques del Pontón queda mucho por decir, y les prometo que se lo contaré, pero hoy ya no será posible. Mientras tanto piensen en todos los favores que esos edificios nos han hecho a los vecinos de Collado Villalba. Son grandes y feos sin ambages, pero también son parte de nuestra historia y les tenemos mucho cariño. ¿Cabría la posibilidad de que nuestro ayuntamiento (su mayor propietario) les limpiara un poco la cara? ¡Aunque tan solo sea borrar la multitud de pintadas que lo ensucian! Por favor…

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