Hay que ver cómo nos gusta descubrir curiosidades villalbinas… Y es que hay cientos de rincones en nuestro pueblo que desprenden historia por cada uno de sus poros. Pero, ¿sabéis que las rotondas de Villalba también tienen “vida propia”? Laura es la encargada de contarnos la historia de algunas de las glorietas de nuestro municipio:
Hace un par de domingos me llevé a mis sobrinos a merendar a una de las cafeterías de la sierra que más me gustan, me estoy refiriendo a Domka, en la mismísima Becerril de la Sierra. Es un lugar de encuentro de familias,parejas, gente joven y no tan joven, que se acercan a tan “goloso” lugar a disfrutar, seguramente como nosotros, de las magníficas tortitas con nata, acompañadas de chocolate, sirope o fresa; que ahí te hacen con mimo y primor.
Disfrutamos de lo lindo. Tín, el más pequeño de mis sobrinos, se lo pasó “pipa” con su batido de fresa y poniéndose hasta arriba de chocolate y de nata. Las niñas más “señoritas”, y de otra edad, casi rozando la adolescencia, me hablaban de sus cosas y yo les prestaba suma atención, con una emoción que casi se me derretía el alma,entre tanto dulce y ese sentimiento de tía- sobrina, que siempre está presente en pequeños, pero muy intensos momentos.
Acabamos ya la jugosa degustación y cuando volvíamos para casa, en el cruce que separa la carretera de Navacerrada de la de Collado Villalba, nos encontramos de frente, con una rotonda, que a mí siempre me ha llamado la atención y en voz alta dije: ¡ahí está la loba, la loba más grande de la montaña!
Mi sobrina Esmeralda, la más mayor, me corrigió rápidamente alarmada. Y me dijo que no era una loba, sino un lobo cojo y que de grande tenía más bien poco, porque se había quedado sin pata al dispararle un cazador. De ahí su nombre: La rotonda del Lobo Cojo.
Realizada por el escultor de San Lorenzo de El Escorial, Mariano Pardito, más conocido por ser el promotor del Belén Monumental que tiene lugar en dicha localidad.
– ¿Y tú como sabes tanto? – Le pregunté un tanto asombrada, de la seguridad de sus palabras más que de la “hazaña”. – Tía, hace poco tuve que hacer un trabajo sobre las rotondas de Villalba y, ¿sabes?… ¡Todas tiene vida propia! – ¿Vida propia?, pregunté todavía más atónita.
“Sí, todas tienen una historia muy particular. ¿Y tú como sabes tanto?,le volví a preguntar. Porque cuando mi compañera María, en un trabajo para clase sobre algún aspecto de la sierra, me propuso hacer algo sobre ellas, las rotondas, me resultó curioso y comenzamos a buscar información y tenemos todo el trabajo recopilado.”
– ¿Me lo puedes enseñar cariño? – Claro tía; mañana mismo te lo envío por WhatsApp.
Y así fue mi primer contacto con las rotondas.
Como había bastantes, me centré en las que producían algo en mi interior. En las que, al leer su texto explicativo, conseguían que imaginara la situación y al ponerme en el lugar del artista, sintiendo lo que debió pensar sería más fácil recodar lo vivido y podéroslo mostrar. Y así lo hice días después.
Cogí mi coche y me fui a visitarlas, elegí unas cuantas, las que irradiaban una mención especial.
Comencé por la rotando que está junto al cuartel de la Guardia Civil.“Rotonda Alegoría de la vida”. Aparqué el coche muy cerquita y con el corazón sobre mi mano, saludé a un valiente soldado, que con su proceder, evitó un mal mayor. Me estoy refriendo, como la mayoría de vosotros sabréis, al joven guardia civil Antonio Molina.
Y sentí cómo ese valiente hombre, respondía con su mano a mi saludo y me decía: “sé que pasas todos los días con tu coche, junto a mí, para ir a trabajar, velo tu camino y nunca te va a pasar nada malo en este lugar”.
Realizada por el ingeniero José López Aguado y el proyectista Julián Redondo.
Sobrecogida con sus sinceras y lindas palabras continúe mi camino. Giré a la izquierda, atravesé un centro comercial, pasé por debajo de un puente y de frente me di con otra rotonda, pero esta no me dijo nada y continúe mi camino dirección a un supermercado y me tope de bruces con un burro que rebuznó y un perro que se puso a ladrar nada más llegar. “Rotonda del Asno y del Mastín” que es como se llama.
Me impactó lo grande que era, aquel apuesto animal y recordé que hacia unos meses, en un curso que realicé en la “Cantera de empresas” coincidí con una escultora, artífice de dicho ejemplar. No lo dudé ni un momento y me puse en contacto con ella.
La busqué por internet. No había dejado teléfono ya que su asistencia a clase apenas fueron un par de días, pero mi mente no había olvidado a una mujer tan peculiar. Y la encontré. ¡Vamos que si la encontré! Y no tardé en proponerle una visita, a la que accedió encantada.
Nos reunimos en la plaza del Ayuntamiento de Collado Mediano. Ella reside ahí. Y entre café y café, me contó porqué esculpió a ese enorme asno, con dimensiones de caballo, acompañado de semejante mastín. (Ella es la autora de estas fotografías).
Todo fue en honor a su abuelo. Un hombre de campo, que paseaba las ovejas y las llevaba a pastar cuando todavía el campo era campo y había donde rumiar.
Me conmoví al escuchar la emoción en su voz. Y comprendí por qué me había quedado casi sin voz. La primera vez que me topé con semejante pieza, todo estaba realizado con planchas de acero, milimétricamente soldadas. Volé con mi mente a su taller de trabajo y sentí el calor del hierro, el peso del acero y cómo aquella “menuda” gran mujer acompañada de un soldador profesional y de otro artista y compañero José Crespo Brayda , habían realizado, con fuerza, esfuerzo, tesón y mucha ilusión, aquella magnífica pieza
Era una alegoría a las vías pecuarias, con la escultura de una mula portando los aperos de los pastores, y un perro mastín. Eso era lo que versaba en el libro que mi sobrina me había dejado, pero como podéis comprobar, había mucho más.
Después de visitar a Gloria Díaz Llorente, que así se llama la artista y que me dejó un grato recuero, difícil de olvidar, al día siguiente, me acerqué a la “Rotonda del Martinete” o Martillo nº2, que es cómo realmente se llama.
Situada en la glorieta del polígono P-29, fuerte, pesada, grande, que debe su nombre al sonido, parecido a un martillo al golpear sobre el metal, que emitía al realizar su labor. Se trata de una pieza de una máquina, que se utilizaba para estampar en una empresa de forja del año 1940.
Me gustó su rotundidad y que estuviese en un sitio con tanto tránsito de coches y bullicio de gente. Similar, posiblemente, al ambiente que se respiraría en la factoría donde estuvo tantos años y sirvió para estampar infinidad de materiales. Sin olvidarnos que esa fábrica fue un gran impulso de la economía de Collado Villalba.
Para finalizar mi recorrido artístico, me desplacé al antiguo cruce de la carretera de La Coruña con la de Moralzarzal, donde se levanta, fresca, radiante y llena de vida, la singular la“Rotonda de la Noria”.
Era un lugar de paso entre el pueblo y la estación de Villalba. De ahí esta noria que transmite el significado de armonía y unión entre los dos barrios, llevando el agua a los dos destinos.
Por supuesto que quedan otras muchas rotondas interesantes, así que sólo os queda que os deis vosotros mismos el paseo y experimentéis el pasado de este maravilloso pueblo.
Sintiendo sus raíces en todos estos monumentos, porque a mí me ha hecho revivir cada una de esas épocas, en las que todo era virgen, llano, seguro y fácil de caminar.
*Nota: Fotografías realizadas por Carlos Aparicio ( @desparpajo fotografía). Salvo las de la “Rotonda del Asno y del Mastín”, que pertenecen a Gloria Díaz Llorente.
1 Respuestas de “Las rotondas de Villalba…”
Laura, muchas gracias por dedicar tu tiempo a las esculturas de las rotondas de Villalba. Ha sido un placer conocerte.